Esa experiencia que cambia tu manera de ver las cosas. Ese
sueño que tanto se prolongaba en el tiempo. Ese instante en el que te percatas
de que lo estás viviendo por fin, y de que estás despierto. Ese momento en el
que no puedes creer que realmente estés ahí. Puede parecer exagerado que algo
así influya tanto en todos los aspectos de mi vida, pero esto es algo muy
especial para mí, algo complicado de explicar a quien no sienta lo mismo. No es
solo cantar unas canciones, es sentir esas canciones. No es simplemente ver a
tus ídolos (si se les puede llamar así), es palpar el sentimiento que conlleva
toda esta música, una forma de entender la vida que caló muy profundamente en
mí hace ya varios años, y que alcanzó su máxima expresión esa despejada noche
de primavera. Es algo grande, DEMASIADO grande. Miles de almas en perfecta
armonía respirando el mismo aire, como si fuésemos todos uno, viviendo un
momento único e irrepetible.
Hay cosas que se tardan en olvidar. Otras perduran para
siempre. Afortunadamente, estas últimas suelen ser las que merece la pena
recordar.